El motivo

Aunque me produce satisfacción el solo hecho de escribir me gustaría pensar que aquello que creo sirve, al menos, para entretener a otros. Si, además, soy capaz de transmitir algo, despertar algún sentimiento en quien lo lee, me doy por más que pagado, puesto que la auténtica satisfacción radica en compartir.

sábado, 28 de enero de 2017

DECORANDO EL SOL

Saco la escalera del viejo desván y me encaramo subiendo descalzo por sus desgastados peldaños. Notando su tacto reconfortante, amable y entrañable como la caricia de un viejo amigo, mientras trepo por ella con aterciopeladas guirnaldas enrolladas en mi cuello como mullidas bufandas, preciosas bolas de mil colores asomando curiosas por mis bolsillos y una sonrisa que confunde a las nubes mientras subo y subo a la carrera para adornar el sol.
El viento agita mis cabellos que ondean a mi espalda como una frágil y voluble capa color arena que pugna por escapar de mi cabeza mientras continúo mi ascenso a toda velocidad. La mágica escalera se estira y se estira en pos del sol que pende en la bóveda celestial, aguardando paciente mi llegada.
Las bolas tintinean en mis bolsillos encendiendo el cielo con su alegre canturreo jadeado por el trinar de algún pájaro despistado, atraído por el embrujo de la escalera que sube hasta el sol. Y el mundo queda ya a mucha distancia, muy lejos. A penas una borrosa mancha que se extiende allá abajo. Atrás queda todo. Menos los sueños, que impulsan mis piernas.
Trepo y trepo hasta que la arena del reloj del tiempo se detiene incrédula, exhausta, vencida por la fortaleza de mis anhelos, por el poder de mi deseo. Y entonces aún asciendo un rato más hasta llegar al sol.
Salto sobre su ambarina superficie y su calor recorre mis pies descalzos, reconfortándolos tras el esfuerzo. Me agacho y acaricio la áspera y curtida superficie. El astro rey responde a mi contacto, maullando a su modo silencioso como un gato enorme, pidiendo más caricias, más mimos, estremeciéndose.
Cantando y danzando voy depositando guirnaldas y bolas aquí y allá sin ningún orden, enturbiando con color el monocromo paisaje dorado, yermo y baldío. Y el sol sonríe en las entrañas de su núcleo candente mientras mis pies se mueven por su rostro sin descanso.

Y cuando mis bolsillos están vacíos y mi cuello desnudo agito mi mano y desciendo por la vieja escalera mientras sonrío.