sábado, 11 de abril de 2020

ES HORA DE VOLVER


Supongo que es hora de volver. 
La realidad es que nunca debería haberme ido. Al menos no del todo. Ni por tanto tiempo. Lo siento en cada poro de mi piel, en cada célula de mi organismo, en cada latir de mi corazón.
Nunca debería haber desertado de aquello que soy, de aquello que me es propio.
Nunca debería haberme dado por vencido, permitiendo que el tiempo me robara mi esencia, que las preocupaciones me arrebataran la ilusión, que la rutina se llevara estos momentos preciosos.
Pero las cosas no siempre discurren como queremos. La vida es un obstinado compañero de viaje, con su propia e inescrutable lógica.
Nunca debí colgar la estilográfica por tanto tiempo, dejando palabras en el tintero, renglones torcidos y párrafos inconclusos.
Nunca debí alejarme de mi propia sombra.
Ahora lo veo. Ahora lo sé.
La vida es un maestro implacable y se ha encargado de recordarme ese pequeño vacío en mi interior.
Toca aprender. Otra vez. Siempre.
Nunca acabamos de aprender. Aunque no queramos. Aunque se nos olvide.
Es la única manera de avanzar.
Y ahora, en mitad de esta tormenta exterior, ese miembro amputado me recuerda su ausencia.
En estos tiempos extraños dónde toca replantearse cosas es cuando quizás debamos retomar nuestro auténtico camino, nuestro propio sendero, nuestra razón de ser.
Y para mi escribir forma parte de este camino.
No tengo todas las respuestas. Apenas si el marco de un enorme puzle de un millón de piezas.
Diría que, al contrario, tengo más preguntas. Y dudas. Y opiniones que vienen y van. Y mutan. Y cambian.
Pero eso no importa.
Solo importan los momentos vividos con intensidad.
Solo importan los instantes compartidos.
Solo importa lo que hemos dado, lo que hemos llorado, lo que hemos vivido.
Y todo aquello que nos hace dejar de ser nosotros mismos y trascender para ser algo más, algo mejor, algo más completo. Algo que hace que nos sintamos en paz, en harmonía.
Solo importa lo que somos capaces de regalar a los demás, de aportar, de enseñar y de aprender.
Y para mi escribir es eso.
Escribir es la mejor manera que conozco de compartir algo íntimo y vital con la esperanza de que alguien, en algún momento, obtenga algo de ello o, al menos, le ayude a pasar unos instantes agradables.
Quizás tan solo sea por vanidad.
Quizás tan solo sea porque hace que me sienta útil.
¿Quién sabe?
Solo sé que nunca debería haberme ido.
Pero también sé que nunca es tarde para volver.



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